Henry Mancini nació en 1924, en Cleveland, la capital de Ohio. Se matriculó en la Juilliard School, pero la guerra se interpuso y le mandaron al frente europeo como soldado de infantería. Henry pidió el traslado a la Fuerza Aérea, donde acompañó al cantante Tony Martin y donde le escuchó el director de la huérfana Orquesta de Glenn Miller, que le contrató como pianista y arreglista.
En 1952, le encargaron la banda sonora de "Perdido en Alaska", una película de Abbot y Costello, a la que seguirían un centenar más de bandas sonoras en apenas siete años. Y, cosas del destino, participó en las películas que se filmaron sobre las vidas de Glenn Miller y Benny Goodman.
En 1958, a Mancini le encargaron la música para un proyecto tan genial como maldito: "Sed de Mal", una película que iba a ser alimenticia para Orson Welles. Mancini siempre dijo que la banda sonora de "Sed de Mal", fue uno de sus mejores trabajos. Y tenía razón, porque, gracias a él, un joven director, Blake Edwards, se fijó en él y le contrató para uno de sus primeros proyectos, "Peter Gunn". Con esa música, Mancini ganó sus dos primeros grammys.
Y llegó, en 1961, "Desayuno con Diamantes" que fue la apoteósis. Cinco grammys y dos oscars y una canción, "Moon River", de la que se han grabado más de mil versiones y que tiene el honor de haber sido el sencillo más vendido en los sesenta.
Después vendrían la inolvidable "Días de Vino y Rosas"... "La Pantera Rosa"... "La Carrera del Siglo"... "El Guateque"... "Charada"... "Dos en la Carretera"... "Víctor o Victoria". En fin todo un capítulo de la historia de la música y el cine, que puede resumirse en una cifra: 72 candidaturas a los grammys.
Un cáncer se llevó a este músico genial el 14 de julio de 1994. Pero basta escuchar las primeras notas de cualquiera de sus melodías para comprobar que es universal.
Fuente - Texto tomado de m80radio.com:
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